NUESTRA HISTORIA
I
Vaya a ponerse pantuflas. Bastó esa orden para que detonara todo. Vaya a ponerse pantuflas. Es que no podía permitir que mi hijo, quien venía saliendo de una bronquitis, viniera a almorzar así, descalzo.
Lo que vino después me sorprendió bastante. Sin embargo, su respuesta no me lo esperaba. Sus ojos se tornaron muy rojos y se transformó en llanto que nos estremeció a todos. Cualquiera que lo hubiera observado, perfectamente podría pensar que Francisco, quien así se llama, estaba sufriendo algún tipo de maltrato. Sin embargo, por más que repasaba mentalmente el tono de mi voz, no lograba recordar que la hubiera levantado mucho. La situación no tenía sentido.
Posteriormente a esto y aún con el llanto estremecedor, vino en él un ataque de toz que, quizás esperando que votase alguna flema que aún tenía en su garganta, provocó que lo tomara y lo llevara al baño, indicándole que escupiera. Mañana vamos al médico le dije. Mañana vamos donde Paty.
Francisco ya había visitado algunos doctores; el último al que acudió le diagnosticó un principio de toz convulsiva y le recetó unos medicamentos bastante fuertes. Sin embargo, a los pocos días la toz no desapareció y su ojo derecho sufrió una desviación. “Debe ser producto de los remedios”, pensé, pero necesitaba confirmarlo. Fue entonces cuando a Paulina, mi esposa, le confirmé que al siguiente día no iría a trabajar, que los acompañaría al médico. Quería confirmar mis sospechas.
II
Ese día lunes nos levantamos temprano, además quería aprovechar el tiempo y dejé lista la carpeta para después de la consulta realizar un trámite hipotecario. A modo de incentivo, le prometí a mi hijo que iríamos donde Paty y luego al Mac Donald. Fue así que tomamos el metro, nos fuimos en la línea cinco que hace poco inauguraron. Al subir las escaleras, mi hijo se volvió a sentir mal, un ataque de toz nos hizo detenernos y tuvimos que esperar que se calmara.
Lentamente llegamos a la clínica, luego de esperar no mucho tiempo, sale la doctora Patricia a recibirnos. Lo primero que observo es su rostro, aunque no hacía muchos años que la había visto por última vez, no la recordaba del todo. Saludó afectuosamente a mi señora y también a francisco. Nos confesó, a modo de broma, que estaba un poco sentida ya que no la habíamos visitado últimamente y habíamos preferido otros médicos. Luego de una breve conversación, procedió a examinar a mi hijo.
- Lo del ojo me parece extraño, indicó. No sabría decirte la causa, pero por lo demás detecto en él un principio de neumonía. Te lo voy a derivar ¿Qué prefieren clínica u hospital?
Yo, por asegurar una mejor atención para mi hijo señalé clínica. Ella me observó, bajó su vista y señaló “Hospital”.
- Lo que sucede es que ahí tienen todo y podrán tomarle además una radiografía para ver inmediatamente el tema del ojo.
En realidad, tenía razón.
Con Paulina quedamos preocupados, nunca imaginamos que luego de una consulta pediátrica iríamos a parar a un hospital. Creo que ambos temimos en ese momento que lo dejaran allá, pero no teníamos salida, había que ir.
Luego de realizar unas llamadas de rigor y cancelar algunos compromisos nos fuimos rumbo al Hospital San Borja Arriarán. Cuando nos acercábamos al metro, esta vez tomé la precaución, no nos pasaría lo mismo; tenía que evitar que se agitara y tuviera nuevamente un ataque de toz. Lo tomé en brazos y bajamos las escaleras.
Siendo un profesor de lenguaje, recuerdo que hace pocos meses atrás explicaba a mis alumnos la importancia del lenguaje no verbal, especialmente el kinésico. Les indicaba que hay momentos en que los mensajes nos llegan por la postura de nuestro cuerpo y si logran descifrarlo entenderán que es tan e igual de importante que las mismas palabras. El gesto de mi hijo o la postura de su cuerpo al abrazarme cuando bajábamos o subíamos el metro, lo sentí especial, no puedo explicarlo, no era como otros abrazos. Éste estaba lleno de ternura. Quizás sólo era un niño buscando protección paternal.
III
Llegamos a urgencia infantil. Luego de aproximadamente una hora de espera fue atenido. No pude ingresar con ellos (Por política del hospital, los pacientes infantiles ingresan con un acompañante) Así que ingresó con mi esposa.
Mientras tanto me dediqué a observar la gente que había alrededor. Me llamó la atención la cantidad de casos que esa tarde había en la unidad de urgencia, desde el estudiante que había sufrido algún accidente leve a aquellos con Bronquitis. En todo ese tiempo, no observé ningún caso que ameritara ser tratado en urgencia.
Luego de 45 minutos aproximadamente, aparece mi esposa con mi hijo. Me levanté de mi asiento pensando que nos marchábamos; pero paulina señaló que le habían mandado a realizar una serie de exámenes. Me preocupé.
Mi hijo estaba muy asustado. Conversamos bastante en la camilla mientras esperábamos los resultados de los exámenes.
- No te preocupes, hijo, luego de esto recuerda que iremos al Mac Donald ¿A cuál quieres ir?
- Mmm al del 7 de pajaritos, porque tiene juegos.
- Está bien, le respondí. Iremos a ese, pero tienes que estar tranquilo.
Luego fue el turno de mi señora y yo tuve que salir a la sala de espera.
Pasé largas horas caminando por la sala; nervioso, preocupado, desesperado. Muchas veces me comuniqué con mi suegra. También me preocupaba que en pocas horas más nos iríamos a casa no podía llevarlo en micro, ya que era horario peack. Pensé que mi suegro podría llevarnos, pero no estaba en casa.
Mientras pensaba algún tipo de solución, pasa frente a mí un niño en camilla, con máquinas y oxígeno. Ese sí era un caso de urgencia. Lamenté mucho la situación de este chico. Me miró, le sonreí. Pensé en sus padres y en lo preocupado y mal que estarían. Inevitablemente pensé en mi hijo, pero gracias a Dios, sólo era una neumonía.
Ya era muy tarde, cerca de las 19 horas. Habíamos pasado todo el día en el hospital y esto aún no acababa. Paulina me informó que venían mis suegros a buscarnos. Qué bien, pronto nos iríamos de ahí.
IV
Habían pasado muchas horas , luego mi esposa seguía informándome y yo le replicaba:
- Pero por qué? No entiendo, si lo trajimos por el ojo.
Lo que pasa Luis es que le encontraron líquido en los pulmones y tienen que hacerle un drenaje. ¡Tienen que operarlo? Le pregunté a Paulina un poco más alarmado.
- Sí, pero creo que no es complicado. Le meten un tubito por donde sale el líquido. El problema es que me dijo el doctor que aquí no hay cama y están viendo donde lo trasladan.
- O sea no nos vamos para la casa.
- ¡ No! Y Paulina rompe en llanto.
Ahora era mi turno de conversar con Francisco. Seguí la misma estrategia anterior. Le dije que fuera valiente, que tuviera paciencia. Que después de todo esto iríamos al Mac Donald. Sin embargo, lo noté preocupado.
Al salir, lloré. Sí, lloré. No me imaginaba a mi hijo sólo en un hospital ¿Por qué a él? Pensé.
Sin embargo, recordé la imagen de aquel niño que vi hace algunas horas en camilla. Siempre hay alguien, lamentablemente, peor que uno, Pensé; y entré a la sala de espera.
Llegaron mis suegros buscando mayor información. No recuerdo si fui yo quien les dio la noticia o no. A esa hora ya sabíamos que lo trasladarían a la Clínica Indisa. Aquello me tranquilizó, pues por ser una clínica cara, debían tener una buena atención e infraestructura.
Nos subimos a la ambulancia. Quienes lo transportaban aparte de ser muy amables, nos explicaban que este tema no era tan breve como suponíamos, además nos indicaban que nos quedáramos tranquilo con lo económico puesto que el hospital cubría todo.
Es sólo líquido en los pulmones. Resultaba un poco paradójico. Habíamos llevado a Francisco a su pediatra a causa de su ojo y luego de diagnosticarle neumonía y líquido en los pulmones, estaba siendo trasladado en ambulancia a la clínica Indisa y eso que aún no sabemos la causa de la desviación de su ojo.
Estábamos muy preocupados, Francisco estaba consciente. Por más que nos tranquilizaban, indicándonos que esta operación no tiene gran implicancia, ya el hecho de dejarlo en un hospital y tantos días, nos angustiaba.
Luego de varios exámenes, incluyendo ecotomografías, rayos, escáner y neurológico; pasamos a la sala de operaciones. Sufrimos mucho para ponerles los tubos y todos esos indicadores que le ponen a un niño enfermo, a punto de operarse. Los gritos de mi hijo eran desgarradores. MAMAAAA!!!! ME QUIERO IIIIIR!!!! POR QUÉ A MIIIII !!!. Etc. Al final lo calmaron y Francisco se quedó dormido.
V
La doctora nos sugirió que nos fuéramos, Ya era pasada la una de la mañana; que descansáramos y que volviéramos al otro día, temprano, a las ocho si lo queríamos, pero que ahora no tenía sentido que estuviéramos allá. Básicamente porque Fran estaba dormido y no lo íbamos a poder ver.
Fue entonces cuando salimos, no sin antes derramar un par de lágrimas, pero con la tranquilidad que la operación no era nada complicada.
El viaje de regreso fue mayormente en silencio, por lo menos de mi parte. Aunque tenía ganas de regresar luego a mi casa, también tenía algo de hambre. Recién recordé que no habíamos comido nada en todo el día. Por eso además aceptamos la invitación de un café en la casa de mis suegros; además nos serviría para ver a nuestra hija y tranquilizarla un poco.
A nuestro hogar llegamos pasada las 2 de la madrugada. Mi señora, apenas ingresó se dirigió al fondo de la casa. Presentí que se metió adentro de una habitación a llorar, por lo que decidí dejarla un poco sola para que se desahogue. Mientras tanto comencé a darles comida a los peces. En eso estábamos cuando suena el teléfono.
Levanté el auricular con algo de temor.
- ¡Aló!
- Aló. ¿Hablo con el papá de Francisco?
- Sí, con él.
- Hola, sabes soy de la clínica Indisa. Dijo la doctora que se vinieran rápido pues su hijo se agravó.
¿Qué pasó?
- Nada, no puedo decirles nada, véngase rápido. Y cortó.
Fue ese breve mensaje que caló hondo en mí y que noche tras noche, día tras día, recuerdo perfectamente. Aquel breve mensaje me hace todavía sobresaltar cuando escucho sonar el teléfono y lo ha transformado como un gran enemigo.
Luego de cerrar brevemente los ojos, volteo mi vista y la observo, desesperada, a un costado mío, gritando y llorando, esperando que le transmita el contenido de esta llamada…
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se me ponen los pelos como escarpia,,que terrible no me imagino ni por un segundo estar en tu lugar... Lo que es terrible es que te llamen asi de la clinica y te digan sin mayor explicación que te vayas con urgencia y te corten,,, con eso estoy flipando,, no me imagino a una persona que se supone tiene alguna preparación que te llame a dar una noticia de tan mala manera,, que pasa que si con los nervios provoca un accidente y se complique todo más todavía???? que irresponsabilidad
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