FE

FE

Hoy fuimos citados a las 10 de la mañana a un responso en honor a Matilda y de otras personas que partieron el día 21 de diciembre.   Estos días habían transcurrido tranquilos, me abocaba a trabajar en la casa; a ordenar y realizar pequeños arreglos. Por lo tanto, el hecho de mantenerme constantemente ocupado me ayudaba a no pensar tanto, a llegar a la noche muy agotado y dormir.

Lo de hoy  fue difícil. Nos acompañaron los mismos de siempre, aquellos que nunca fallan. Sin embargo, el contenido del responso me incomodó bastante; me intranquilizó demasiado, me revivió el dolor.

Siempre he sido una persona de fe. Siempre me he considerado un seguidor de la religión católica, aunque no comparta ciertas cosas que tienen que ver con la iglesia católica como institución. Aún cuando tengo mi opinión con respecto a otras religiones, siempre he valorado el común denominador:  La fe en un Dios, en una vida eterna, en el amor.

Lo dije en la despedida de Matilda, después de otras intervenciones que hablaban de Dios. En aquella oportunidad, públicamente le hablé a él, pues entendía que estaba presente. Dios no podría haber hecho esto, no podría luego de haber partido Fran, con todo el dolor que ello implica, sumando lo especial que era y es mi hijo, el año y medio de lucha, la gran cantidad de historia y personas que se familiarizaron con él, y además el embarazo de mi esposa; no podría haber sido el autor de que nuestra otra hija haya durado sólo 27 minutos, no podría ser el causante de  habernos dado una gran bendición y otro gran dolor. Dios no podría haber hecho esto. Es demasiado cruel y yo creo en un Dios de amor. No soy partidario de aquella típica frase "Estas pruebas las manda Dios a aquellas personas buenas y/o aquellas que pueden soportarlas" NO. Es demasiado egocentrista pensar que Dios me arrebató dos hijos sólo por probarme a mí. 

Hoy nos hablaban de la resurrección, de Marta y Lázaro. El diácono nos indicaba "Pidan y se les concederá" y además "Jesús es nuestro amigo". Frases en esos momentos muy desafortunadas y que después personalmente se lo dije. Pedí un año y medio por mi hijo. Recé y obré con Fe. Convoqué a muchas personas en su honor. Estudié la fe y llegué a entenderla. Uní a toda mi familia, familiares, amigos, conocidos, amigos de mis amigos y lectores de este blog a pedir por Francisco. Hasta el último segundo de su existencia recé y pedí por él. Cuando partió, entendí  y me consolé pensando que mi hijo había sufrido demasiado y debía y merecía descansar. Agradecí a Dios por el hijo que tuve y que tengo, agradecí a Dios por el orgullo de tener un hijo tan maravillosos. Posteriormente seguí pidiendo con Fe por mi hija Matilda; el resultado ya lo saben. Pero no se preocupen JESÚS ES MI AMIGO.

Sé que tendré las respuestas a todo esto. Sé que Dios me las enviará. Seguramente quien lee esto pensará que he perdido la fe y que he dejado de creer en Dios. No faltará aquél que luego comente y me trate de convencer de algo que en estos momentos no quiero leer, ni escuchar. No faltará aquella persona que trate de ejemplificar con versículos, transcripciones bíblicas, etc. por favor, no lo hagan, lo único que hacen es cansarnos con sus frases, cuestionarlas, compararlas con nuestras vivencias. Por favor no lo hagan.

Espero que esto no les moleste, no les incomode; pero es mi actual pensamiento y necesitaba desahogarme. Sin embargo, hay una gran contradicción. Algo que me inquieta y lo aclaro a continuación.

Amigos, lamento decepcionarlos, pero a pesar de lo escrito y vivido CREO EN DIOS y TENGO FE. Creo en Dios, porque si no creyera en él, entendería que luego de la muerte no hay nada y basándonos en esa premisa entonces mis hijos están sólo en el cementerio. Sin embargo, no es así. Francisco nos ha demostrado que está presente, ha visitado a familiares y se ha manifestado en reiteradas ocasiones. Está claro y estoy convencido: "Después de la muerte existe vida y si existe esa vida, entonces existe Dios". 

Tengo fe. Sí tengo fe. Me he convencido que esta palabra es demasiado importante para el ser humano. Hace unos meses atrás escribí un artículo llamado "Nuestra Fe";  curiosamente es el más leído de este blog. En aquella oportunidad, cuestionaba a aquellos que tildan la fe como una creencia. Indicaba que la fe es una certeza, que cuando se dice "Tengo fe en Dios" Tengo fe en algo o alguien" no quiere decir que "creo en Dios" o "creo en algo en alguien", debido a que si fe lo ponen como sinónimo de creencia, está también la posibilidad de la no creencia. Por lo tanto, fe en Dios, en algo, en alguien; significa en mi opinión estar seguro, tener la certeza 

¿Actúo con fe?  =  ¿Actúo con creencia? o ¿Actúo con seguridad?  (¿Cuál de estas dos oraciones será la mejor?)

Entonces, amigos lectores, sí, tengo fe. Tengo fe que me reencontraré con mis hijos, tengo fe que más temprano que tarde los volveré a abrazar, a escuchar y a ser feliz con ellos. Volveré a ver y tener en mis brazos  a mi Principito Valiente y mi Principita Valiente, volveré a sonreír del alma, dejaré atrás la tristeza que me hace mi caminar más difícil cada día. Volveré a ser feliz, volveré a ser feliz y Dios me responderá todo lo que necesito saber. "Dios estoy aquí" dice la canción; "María mírame" dice otra. Tengo fe que nos reencontraremos, me mirarán y no habrá más cuestionamientos, entenderé todo, todo.... Tengo fe...Sí Tengo fe.

                                                                                     Luis Zúñiga Soto

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